Hay un refrán que afirma lo siguiente: «La ignorancia es atrevida». Y realmente en tan solo cuatro palabras condensa con claridad lo que es el síndrome de la superioridad ilusoria.
Estamos hablando de un sesgo cognitivo que lleva a personas claramente incompetentes, a creerse superiores a los demás. En realidad es su propia torpeza lo que les incapacita a la hora de reconocer sus limitaciones. No ven que no están a la altura de las circunstancias. Y además, se creen mejores que el resto y les contemplan con desdén o cierto desprecio.
Identificar el síndrome de la superioridad ilusoria
Es probable que en algún momento de tu vida te hayas topado con alguien de estas características.
Se trata de individuos que tienen la autoestima inflada y poseen una nula capacidad de autocrítica. Pero además, sufren tanto de egocentrismo (exaltación de la propia personalidad) como de efecto de focalismo (confiar en la primera información que se recibe)
A este síndrome también se lo conoce como síndrome de Dunning-Kruger y su descubrimiento granjeó un Premio Nobel a los autores en el año 2000.
Si nos paramos a reflexionar, la superioridad ilusoria es justamente lo opuesto al síndrome del impostor, por el que determinadas personas (especialmente mujeres) están convencidas de ser un fraude pese a estar sobradamente preparadas. Paradójicamente, existen mediocres a quienes les sobra seguridad y les faltan habilidades; y también individuos brillantes que aún no han terminado de creérselo.
Lo irónico de todo esto es que la confianza resulta muy persuasiva y no es raro encontrar a completos inútiles en puestos de responsabilidad, mientras que genios potenciales se marchitan limitados por su baja autoestima. (En parte lo cantaba Sabina en su mítica ‘El blues de lo que pasa en mi escalera’ 😉)
Cómo romper el espejismo
Aquellos que sufren el síndrome de la superioridad ilusoria suelen conformarse con adquirir un conocimiento superficial de cada tema, y sin embargo están convencidos de que no hay mucho más que puedan aprender. Por sistema, ignoran la crítica constructiva y la ven como un ataque. Además, tienen creencias muy firmes que no están dispuestos a cuestionar.
Todo esto provoca que romper el espejismo sea una tarea prácticamente imposible, pero se puede. ¿Cómo?
- Adoptando la mente del principiante a cada paso que damos.
- Aprendiendo escucha activa y esforzándonos en implementarla en nuestras interacciones diarias.
- Esforzándonos en profundizar en las áreas de conocimiento que nos interesan y acudiendo siempre a fuentes fiables.
- Acostumbrándonos a adoptar diferentes puntos de vista y a preguntarnos cómo podríamos haberlo hecho mejor.
- Haciendo de la motivación nuestra bandera.
Con esto termino y te dejo reflexionando… ¿Has conocido a alguien que concuerda con la descripción de este síndrome?, ¿cómo fue tu experiencia con esta persona?
¡Te leo!
Tengo dos coordinadoras, una de ellas es así ; incompetente, ignorante, inepta, …. pero se cree el ombligo del mundo y se vende de lujo, pero debajo de esa fachada hay una gran inseguridad, falta de conocimientos y recursos ( incluso una gran maldad en mi opinión) … … … por lo que no sabe hacer casi nada sola y tira de la otra para todo, vendiéndole el tema como que son un equipo, y la pena es que la otra se lo cree y defiende al equipo a capa y espada, cuando ésta otra sípodría ser bastante válida por sí misma. El resultado es una gran cosecha de meteduras de pata frente a los pocos aciertos y buenas gestiones. Son absolutamente impopulares entre sus subordinad@s, y tod@s pensamos parecido. Con todos los cambios laborales que se avecinan tiene un futuro más incierto que la mayoría .
Una persona tóxica contamina un grupo entero. Eso es así. Tiene que existir alguien con mucha luz y valor para hacerle frente que neutralice la toxicidad. El grupo se suele dejar llevar… (al menos yo lo he vivido así) Por eso quizás una de las coordinadoras intoxica la imagen y las decisiones de la otra. ¡Gracias por compartirlo, Norma!
Hola Julia, pues conocí personas así, mi experiencia fue sentirme siempre inferior y bajando mi autoestima. Después de un tiempo comencé a ser terapia y cursos y ahora los veo desde el amor y acepto que ellos son así y tienen su proceso logrando en mí que no me afecten.
Es un gran logro, Marcela!
Gracias por escribir sobre este tema.
Pensando sobre ello, dejo una reflexión.
¿y si son las 2 caras de la misma moneda? Es decir, si tienes a uno, también tienes al otro en algún lugar escondido del inconsciente, pero cómo en el momento sólo nos podemos identificar con uno a la vez, el otro está en la sombra y se proyecta.
Porque si lo pensamos, ¿quién viviría el «sindrome del impostor» sino es alguién que ve a «gente superior» fuera con la que compararse. Alguien que, desde el pensamiento, se auto-ataca con la crítica de lo polarizado, la «superioridad ilusoria». Pero sino se le pasara por el pensamiento, entonces la cosa cambiaria… Y ese pensamiento debe de venir de algún lado, no?.
Y lo mismo con el otro. El que viva en la «superiordad ilusoria», podría estar proyectando al impostor fuera, al inseguro. Por eso él se vería como el único con sabiduría. Pero en fondo enconde al impostor también porque ¿sino de dónde vendría creerse tan soberano?
Los dos alfinal estarían con un tema compartido de falta de valorización. Ya sea ver el valor que hay en uno mismo como en los demás.
¿se entiende o es un lio?
Se entiende, se entiende 😉