La madre arquetípica nos resulta a todos terriblemente familiar. Cualquier persona que está en este mundo, ha llegado a él a través de la madre. No hay otro camino…
Por eso, cuando hablamos de madre arquetípica estamos refiriéndonos a la visión universal e idealizada de la maternidad en sí. Esa visión que ya encontramos de manera innata en el niño y que proyecta en su propia madre o figura cuidadora principal.
Recordemos que los arquetipos son contenidos del inconsciente colectivo (algo así como la memoria universal de la Humanidad) que evocan modelos o patrones de conducta innatos (o sea, que no los aprendemos, sino que, de alguna manera, ya están en nosotros)
La versión más luminosa de la madre arquetípica describe a una cuidadora abnegada, que se sacrifica por sus hijos y se deja la piel protegiéndolos. Es una madre nutricia y orgullosa de su prole que prodiga amor incondicional. Es muy femenina en el sentido de que recibe, gesta y empatiza… pero también da cabida a la energía masculina a través del coraje que reúne para defender a sus pequeños. Nada hay más letal en la naturaleza que una madre reciente que percibe algún tipo de amenaza para sus crías.
Si ponemos el foco en su versión sombría, la madre arquetípica puede ser controladora y posesiva, abandonar a sus hijos, o emular el rol de «madrastra malvada». Una visión de la madre que en algunas ocasiones se vuelve muy real.
La madre en el mito
El reflejo más claro que podemos encontrar del arquetipo de la madre en la mitología es la Madre Tierra, Gaia, Pachamama… En las civilizaciones más antiguas ya encontramos ese culto a la naturaleza y su fertilidad fecunda en la representación de estatuillas con el vientre hinchado (como la Venus de Willendorf)
También la Diosa Blanca de la que nos habla Robert Graves (la Luna) guarda un paralelismo innegable con el arquetipo de la madre y todas sus cualidades receptivas.
Dentro de la mitología griega es Deméter (Ceres romana) la diosa que con más claridad representa la figura materna. La unión que siente con su hija Perséfone y sus constantes esfuerzos por recuperarla cuando Hades la secuestra, simbolizan el amor abnegado y profundo que cualquier madre puede sentir por su hija.
Aprender a maternarte
La infancia es un momento crucial en la vida de cualquier persona. Primero, porque el estilo de apego que desarrollamos con la madre, lo replicaremos en todas nuestras relaciones sentimentales de manera instintiva. Por lo tanto, el haber creado un apego saludable facilita la felicidad amorosa en nuestra vida adulta.
Además, los siete primeros años de vida son de especial trascendencia en la creación de la personalidad. Y, evidentemente, la importancia de la madre durante esa etapa (septenio lunar) resulta vital.
Pero no debemos claudicar en la búsqueda de nuestro propio bienestar si nuestra infancia no fue todo lo feliz que nos hubiera gustado… O si consideramos que la madre no estuvo a la altura de las circunstancias. El tiempo pasa para todos y cuando tiene 30, 45 o 57 años ya no es esa criatura indefensa que dependía de su madre para que le aportara seguridad y cariño. Una vez crecemos podemos proveernos nosotras mismas de eso que tanta falta nos hizo cuando éramos pequeñas y nunca tuvimos.
Por eso, no necesitas otra madre que te sustente… Lo que necesitas es aprender a maternarte; asumir que eres capaz de cuidar de ti misma, creer en ti, apoyarte, consentirte y concederte todo aquello que tanta falta te hace.
¿Cómo sería tu madre ideal? Te propongo ponerlo sobre papel y luego decidirte a encarnar todas esas cualidades en la manera en la que te hablas y te tratas a diario. El efecto que tendrá en tu confianza y autoestima será brutal. Deja de lamentarte por lo que nunca tuviste y empieza a regalarte aquello que mereces.
¿Te animas a probarlo? Si es así, cuéntamelo. Me encantará leerte… 😉
A estas alturas ya no creo en la madre ideal, aunque en mi opinión debería ser básicamente amorosa, muy inteligente, empatica, divertida y que tuviera respuestas para todo y si no las tuviere pues que fuera capaz de aportar serenidad… Ahí es nada! Pero hablamos de ideales, cosa que, como he dicho al principio, no creo.
Suena genial tu propuesta de madre estupenda 😀 Hablamos de ideal como «idea» de algo, vamos, como arquetipo, no como estándar de perfección 😉
Excelente texto. Antes de couchear a otros también lo hice conmigo como has sugerido. Y si, es difícil pero necesario hacer ese cambio y darse, ocuparse, amarse y dejar de lamentarse, perdonar y recrear una relación nueva con la misma madre y los hijos. Hacer con mis hijos cosas distintas,darle más oportunidades, mimos, tiempo juntos, así también mi niña interior ha sanado. Cuando hice fiestas en casa, cuando fui de baile, adopté mascotas, todo eso no lo hubiera hecho de niña. Darme gustos de comprar cosas caras , y no quedarme en el pasado. Dejar trascender, porque los recuerdos necesitan pasar, circular. Así fue. Gracias.
Qué bonito Silvia! Vivir con tus hijos lo que no pudiste experimentar de niña <3
la madre ideal, para mí, es aquella que puede expresar a sus hijos su amor, cuidarlos pero no sobreprotegerlos, escucharlos, ponerles límites sanos. Ayudarlos a confiar en sí mismos y hacerles saber que pueden acudir a ella cuando lo deseen.
Yo soy Luna en Cáncer y no tuve una experiencia así con mi madre, que era muy infantil. Pero pude actuar con mis hijos de una forma bastante parecida a mi ideal.
¡Qué bueno ser capaz de integrar el cambio, Adriana!
Para mi la madre ideal es aquella que protege y cuida las necesidades básicas, enseñando y dando las herramientas para luego ir soltando ese rol, y pase a ser acompañante desde el corazón y el amor, estar sin invadir y sin descuidarse a si misma, enseñando con el ejemplo sobre el amor propio y la individualidad. Crear confianza de apoyo en el vinculo, sin generar dependencia, amor y libertad.
Este artículo me viene como anillo al dedo guapa!!!!. Siempre leo sobre aprender a maternarse y medio que le huyo a ese verbo. Siento que sé muy bien contener a los demás, pero aún no sé contenerme a mi misma.
Estoy viviendo un primer retorno de Saturno algo intenso, muy relacionado con el intentar escapar de las vivencias de sobreprotección del pasado, de una madre muuuy sobreprotectora y el lograr ser independiente (Saturno y Capri/acuario en casa 4). Literalmente siento que se me desmoronan las estructuras, que quiero escapar de un lugar, pero no sé a donde, porque en todos lados siento inseguridad y amenazas. Parece simple así dicho, pero es algo enorme, porque a mi entender: la seguridad es la base de una vida estable.
Además, como buena Luna dominante en Escorpio en casa 1, todo lo ligado a lo materno y maternidad, es crucial e influencia todo.
Si me das permiso, guardo este texto para leerlo, releerlo e intentar trabajar con esto. Gracias por compartirlo por aquí y gracias por siempre estar presente con tus prácticos consejos.
Un beso!
Preciosa, si te ayuda, yo veo el hecho de maternarse como una conexión con la heroína interna. Mientras seguimos esperando que otro resuelva nuestras necesidades (aunque sean emocionales) es como si siguiéramos en la etapa materna del proceso de Individuación (dependientes), para abandonar la seguridad, hace falta encarnar a la guerrera, heroína. Quizás tu lado Escorpio o Leo tienen algo aquí que decir 😉 ¡Beso enorme!
Gracias Guapa!, seguro que Escorpio si, porque es el ápex de la cuadratura T con Saturno en la 4 y Júpiter en la 10. Que de estructuras e independencia va la cosa :D.
Gracias por tus consejos.
Beso grande!